Los recientes atentados y sus aterradoras imágenes sobresaltan a todos, pero especialmente a los niños, que pueden reaccionar con desasosiego, temores ante cosas infundadas, pánico, e incluso fobias y ataques de ira. Veamos unos pequeños consejos para que el impacto del terrorismo sea menor para la salud mental de nuestros hijos.
Silvia es una paciente mía de treinta y siete años, que atiendo por un cuadro depresivo del que se ha recuperado estupendamente, ayer vino a su visita de control. Silvia me consulta sobre otro tema, está preocupada por su hijo Manuel de nueve años, y que es un niño observador y muy sufridor “lo va a pasar mal en la vida” afirma su madre.
Además, me cuenta que ahora está muy pero que muy alarmado por los ataques terroristas. “Sólo faltó ayer lo de Niza, no querrá ir a ver los fuegos artificiales de Sitges, donde veraneamos… está todo el día cerrando puertas y ventanas, y a la que te descuidas va buscando los canales de televisión para comprobar si hay nuevas noticias de atentados”.
El reciente atentado terrorista del pasado jueves en Niza, sumados a los ocurridos hace poco en París, Bruselas, Estambul, y también la oleada de violencia racial en Estados Unidos pueden ocasionar estados de temor e incluso de pánico en la población. Y entre todos, los más vulnerables son nuestros menores, que asisten desde muy corta edad a imágenes de explosiones, muerte, desconcierto, sangre, ambulancias y peligro prácticamente en directo.
Desde luego, hay niños que pueden ser más temerosos o apocados, pero todos los niños son impresionables. Los expertos en conducta y personalidad así lo afirman. Y los padres y madres avezados en el cuidado de sus hijos lo corroborarán, seguro.
Tengamos en cuenta una serie de consejos:
- En general, los niños y jóvenes se fijan en nosotros. No debemos mostrar pánico, si bien la preocupación es natural.
- Los menores de siete años no deberían ver imágenes de esta brutalidad.
- Cuando los niños menores de 11-12 años se enteran de estas, hay que explicárselas en función de su madurez y comprensión (no todos los niños son iguales).
- En general, la información debe ser tranquilizadora y asegurarles que las personas que realizan atentados (los malos) ya han sido controladas por las autoridades o la policía (los buenos).
Y en el caso de los adolescentes:
Los adolescentes no suelen desarrollar fobias o pánico frente a estos temas, pero sí pueden mostrar ira, rabia y desconcierto. Y en esa edad, en que los juicios de valor son extremos y altamente pasionales, debemos ayudarles también a no generalizar… “Todos los moros son terroristas” (esto podría decirlo perfectamente un chaval de quince años, ya que está en esa edad en que es fácil sostener actitudes xenófobas e intolerantes).
- Hable con su hijo adolescente del tema.
- Transmita la idea de qué a pesar de la aparatosidad de estos hechos, es muy difícil que una persona concreta sufra un atentado.
- No obstante, adviértale de “los peligros de la red” (recuerde que muchas organizaciones terroristas reclutan a través de internet mediante contenidos tipo videojuegos).
- Comente con franqueza las situaciones de riesgo real, nuestros adolescentes y jóvenes viven en este mundo, nuestro mundo que por otra parte parece volverse más peligroso día a día.
Ojalá transmitiendo valores, precaución y confianza consigamos qué en el futuro, SU FUTURO, sea más tranquilo y seguro.
¿Recordáis a Guido, el padre de «La vida es bella»?