Las mujeres tienen el doble de riesgo que los varones para padecimientos psíquicos como la depresión y la ansiedad.
La mayor incidencia de algunos de los trastornos mentales en la población femenina, nos hace preguntarnos a qué son debidas dichas diferencias. Los investigadores en nuestro campo, intentan determinar cuál sería el peso específico de la genética y la epigenética, esto es lo que se denomina “vulnerabilidad biológica” y que importancia tienen el ambiente. Así dicho, puede parecer sencillo, pero evidentemente no lo es:
- Desde el punto de vista de la herencia, no está todavía claro qué genes están implicados en los distintos diagnósticos (con certeza absoluta, vaya), si se trata de uno o varios (lo más probable) y de las interacciones entre éstos.
- Desde la perspectiva epigenética (recordemos, el prefijo epi deriva del griego y significa “en” o “sobre”) tampoco lo tenemos todo claro. Hace referencia a los factores que interaccionan con los genes, determinados por el ambiente celular o que intervienen en el desarrollo del organismo y también en la regulación de la expresión genética, pero sin producir cambios en el ADN. Estos factores tienen gran importancia, y explicarían -por ejemplo- los diferentes riesgos que tienen los gemelos homocigotos para algunas enfermedades, por ejemplo, para la esquizofrenia la concordancia es “solo” del 50%.
- Por otra parte, los rasgos temperamentales y de personalidad, condicionan también la posibilidad de un determinado padecimiento, debido a la vulnerabilidad -en este caso psicológica- y a las diferentes estrategias de afrontamiento.
- Los factores ambientales. Y especialmente la interacción de éstos con todo lo mencionado anteriormente. Con lo que las posibilidades de respuesta por interacción/reacción abren caminos o alternativas infinitas.
Claro que todo lo dicho hasta ahora, no es exclusivo de la mujer, sino de cualquier persona.
Factores de riesgo específicos de la mujer:
- A nivel biológico: factores hormonales, que explicarían desde el síndrome disfórico premenstrual hasta alguna de las depresiones post-parto.
- A nivel social:
- Sobrecarga de trabajo, con la doble jornada (dentro y fuera de casa).
- Por el contrario, la situación de paro, que es más frecuente en población femenina.
- El cuidado de los hijos, atribuido biológica y socialmente a la mujer (con honrosas excepciones en el aspecto social, claro). La maternidad: fuente de alegría, de responsabilidad, de agotamiento…
- El cuidado de los padres o los mayores de la familia, que habitualmente también destinado a las mujeres. Y en este caso también conlleva una gran preocupación y fatiga, además de asistir como espectadoras de excepción al declive de los suyos.
- El riesgo de vivir una situación de violencia psicológica o física.
- Las disyuntivas constantes a las que se ven sometidas las mujeres: elección entre carrera profesional y vida familiar, compatibilización de ambas, asumir, en muchas ocasiones, el rol subalterno que a pesar de su capacidad se les asigna en el mundo laboral. Todos estos dilemas generan insatisfacciones y conflictos personales, de pareja, familiares.
La mujer, luchando continuamente contra el estigma de inferioridad
En la entrada anterior me había referido al término “trastorno mental orgánico” y quien los bautizó así, el neurólogo Paul Julius Moebius (1853-1907), que fue un escritor prolífico, tanto en el campo de la neurología, de la incipiente psiquiatría y de la endocrinología.
Entre sus escritos psiquiátricos destacaron los estudios psicopatológicos de grandes personajes: Goethe, Rousseau, Schopenhauer y Nietzsche. Pero también fue significativa su contribución sobre la psicogenia de las enfermedades mentales, como la histeria. Asimismo, proporcionó a su contemporáneo y amigo Emil Kraepelin (1856-1926) importantes ideas para la sistematización y clasificación de las enfermedades psíquicas.
Pues bien, este erudito de su tiempo se granjeó una fama dudosa por su libro “Sobre la idiotez fisiológica de las mujeres” que además tuvo ocho ediciones. En el libro intenta describir los rasgos fisiológicos y mentales que, según el autor, colocarían a la mujer en una condición de inferioridad intelectual en relación al varón. Sus teorías causaron tal sensación, que en todo el mundo hubo científicos que se dedicaron tanto a sustentarlas como a refutarlas.