Esta tarde en Los Ángeles, ya madrugada en España se entregan los Premios Oscar. No encuentro un día mejor que hoy para hablar de cine y psiquiatría, pero centrándome en el papel del psiquiatra transmitido al imaginario popular a través del cine, el gran medio de diversión del siglo XX, sustituido en el XXI por las series de televisión.
Resumiendo, lo cierto es que la psiquiatría y sus profesionales no salen demasiado bien parados, ya que abundan las películas que aumentan los prejuicios del público en general, lo cual tiene su importancia –creo yo- no tanto por distorsionar la imagen del psiquiatra, sino porque aumenta el rechazo hacia la enfermedad mental y todo lo concerniente a ella, con las etiquetas de peligrosidad e impredectibilidad.
Pero, voy a ello, y lo primero que se me ocurre es “clasificar” a nuestros cinematográficos psiquiatras (y algún psicólogo):
- La figura de Sigmund Freud
- “Hijos y nietos de Freud” (cuando el psiquiatra es psicoanalista).
- Psiquiatras malignos.
- Psiquiatras hilarantes.
- El psiquiatra víctima.
- Psiquiatras buenoides.
Naturalmente estas categorías no son excluyentes entre sí. El tema es largo y lo dividiré en partes:
La figura de Sigmund Freud
El cine y el psicoanálisis nacen a la par. Sigmund Freud publicó sus Estudios sobre la histeria en 1895 y ese mismo año los hermanos Lumière presentan su primera película. No obstante, Freud se mostró muy escéptico respecto al alcance de este nuevo medio para su método.
Sin embargo, el cine popularizó el psicoanálisis, a través de tramas que se servían del método psicoanalítico o de sus teorías para explicar las razones, deseos, conflictos de sus protagonistas. No voy a hablar de películas con “transfondo” psicoanalítico, sino del propio Freud y sus “descendientes”.
Freud, pasión secreta (1962) de John Houston.
En esta película se comprimen acontecimientos y casos clínicos de la carrera de Freud, situándolos en lo que parecen ser unos pocos meses a mediados de la década de 1880. Freud trata a una paciente, Cecily Koertner en la película, que manifiesta todos los síntomas neuróticos imaginables.
El personaje de la paciente Cecily se basa en una serie de pacientes tempranos de Freud, basándose principalmente en el caso de Anna O. y también el de Dora. Asimismo, en la película el personaje del Dr. Josef Breuer es en realidad una combinación de éste con el del Dr. Wilhelm Fliess.
El actor Montgomery Clift encarnó a un hierático Sigmund Freud, a pesar de las dudas y crisis que le asaltan a lo largo de la historia.
Elemental, Dr. Freud (1978) de Herbert Ross.
Aquí Freud no es el protagonista, sino que lo es un personaje famoso e imaginario: Sherlock Holmes, al que su amigo el Dr. Watson, convencido de que el detective padece una paranoia por su adicción a la cocaína lleva a Holmes con subterfugios diversos hasta Viena para que sea tratado por el mismísimo Sigmund Freud.
El papel de Freud fue interpretado por el actor Alan Arkin y debo mencionar que Holmes es Nicol Williamson, al que acompañan Robert Duval como Dr. Watson y Sir Laurence Olivier.
Loco de amor (1983) de Marshall Brickman.
Esta es una intrascendente “comedia romántica” y bastante mediocre añadiría, cuyo guionista tuvo la desfachatez de incluir al fantasma de Sigmund Freud para dispensar consejos y sabiduría a un psiquiatra neoyorkino en apuros puesto que se ha enamorado de una paciente.
Al fantasma del padre de psicoanálisis le “dio vida” un gran actor, Sir Alec Guinnes.
Freud: The life of a dream (1984) de Moira Armstrong.
Se trata de una miniserie de seis capítulos de la BBC.
El actor británico David Suchet fue quien interpretó aquí al personaje.
The secret diary of Sigmund Freud (1984) de Danford Greene.
Los años 80 fueron malos para la figura de Freud, aquí protagonista de una comedia satírica que contaba la historia del insigne doctor desde su niñez hasta la “invención” del psicoanálisis por casualidad.
El actor Bud Cort era este joven Freud.
El día en que Nietzsche lloró (2007) de Pinchas Perry.
Se trata de una película búlgara independiente, centrada en la figura de Nietsche, aparece un joven Dr. Freud.
Freud fue Jamie Elman.
Princesse Marie (2004) de Bernard Jacquot.
Se trata de una miniserie televisiva. Narra la historia de la princesa María Bonaparte y su relación con el Dr. Freud a partir de 1925, ya que fue su paciente (la trató de un cuadro depresivo) y psicoanalizó hasta 1938, y se convirtió en su valedora para el desarrollo del psicoanálisis en Francia. Asimismo, María Bonaparte intervino personalmente para permitir que Freud y su familia abandonaran Austria bajo el dominio nazi.
El actor Heinz Bennent dio vida a un maduro Freud y Catherine Deneuve fue la princesa Marie.
Mahler auf der Couch (2010) de Percy y Féliz Adlon.
Esta película aborda la conflictiva vida sentimental del compositor Gustav Mahler y su esposa, así como el psicoanálisis al que por tal motivo se sometió el compositor. Aborda los encuentros de Mahler y Freud con humor, que es retratado como un “cazador” de celebridades vienesas en apuros.
En esta producción el actor Karl Markovics fue Sigmund Freud.
Un método peligroso (2011) de David Cronenberg.
Ambientada a principios del siglo XX, esta película describe las difíciles relaciones entre Sigmund Freud y su colega Carl Jung, primero colaborador y más tarde fundador de la psicología analítica que se separó del psicoanálisis. La tercera en discordia era Sabina Spielrein, primero paciente de Jung, luego amarte y posteriormente médico y una de las primeras mujeres psicoanalistas.
Viggo Mortensen interpreta la versión más atractiva en pantalla de un madura Sigmund Freud.
El vendedor de tabaco (2018) de Nikolaus Leytner.
La película nos muestra una Viena acartonada sobre la que se cierne la invasión nazi. Un joven aprendiz de estanquero traba conocimiento con un anciano cliente, ni más ni menos que el Dr. Sigmund Freud. A pesar de basarse en un best-seller literario, la película es aburridísima.
El anciano Sigmund Freud fue interpretada por un también anciano Bruno Ganz, que a pesar de ser un gran actor, físicamente ni siquiera da el papel.
Hasta aquí las películas en que aparece Sigmund Freud (al menos las que yo recuerdo), posiblemente hay más, y alguna tan peregrina como “Inconscientes” (2004) de Joaquín Oristrell e incluso de animación o ciencia-ficción, donde la figura de Freud es una mera caricatura.
Ello me lleva a la reflexión de que en muchas obras de ficción, literarias o guiones de cine o televisión, se introduce un personaje relevante propio determinado marco político, social o histórico. Esta fórmula es muy frecuente, pero en ocasiones no pasa de ser una anécdota y que no se narra nada novedoso o interesante respecto de la personalidad o del período, sino que solo sirve para dar un viso de intelectualidad o verosimilitud a la trama.