Uno de cada cinco adolescentes sufre de depresión en algún momento de esa etapa vital.
Hay que tener en cuenta que para la OMS la adolescencia, al menos desde una perspectiva biológica, es el período comprendido entre los 10 y los 19 años (para las niñas, para los varones se sitúa entre los 11 y los 19 años). Remarco lo de la perspectiva biológica, ya que recientemente algunos psicólogos han alertado de un alargamiento de este período hasta más entrada la juventud, o mejor dicho de las conductas típicas que suceden en este período, especialmente en nuestras opulentas sociedades industrializadas. Sin embargo, oigamos la voz del pasado:
“Nuestros jóvenes parecen gozar del lujo, son maleducados y desprecian la autoridad. No tienen respecto a los adultos y pierden el tiempo yendo y viniendo de un lado para otro. Están prestos a contradecir a sus padres y a tiranizar a sus maestros…”
(Sócrates, siglo IV a.C.)
Pues bien, un 20% de estos seres en tránsito sufre o sufrirá de un cuadro depresivo. Un adolescente puede estar deprimido si se siente triste, melancólico, infeliz, abatido o irritable. La depresión es un problema grave, más aun si estos sentimientos han tomado el control de la vida de su hijo.
El riesgo de depresión en la adolescencia será más alto cuando:
- Existen antecedentes familiares, ya que sabemos que hay un fuerte componente genético en este padecimiento.
- El joven en cuestión tiene una baja autoestima y es muy crítico consigo mismo.
- Experimente una situación estresante en su vida, y entre estos acontecimientos vitales destacaremos:
- La muerte de un familiar próximo, especialmente uno de los padres.
- El divorcio de los padres.
- Una situación de intimidación o acoso (bulling).
- Un cambio brusco en su estilo de vida.
- Una situación de ruptura sentimental.
- Sentimientos persistentes de fracaso por un mal rendimiento académico.
- Dificultades en las relaciones sociales que forman el eje nuclear de sus intereses.
- Que el/la joven en cuestión experimenten dificultades ante el despertar sexual, incluyendo el reconocimiento y aceptación de su propia identidad sexual.
- Situaciones de embarazo en la adolescencia.
- Por otra parte, si ante cualquiera de estas circunstancias estamos hablando de una muchacha, será conveniente tener presente que las mujeres tienen un riesgo doble que los varones de sufrir trastornos depresivos.
Los síntomas de la depresión en la adolescencia difieren algo de los que aparecen en la edad madura. En este tipo de depresión se apreciará tristeza e infelicidad, pero sobre todo la irritabilidad (disforia que llamamos los psiquiatras) será el estado de ánimo más sobresaliente… Y desgraciadamente, la irritabilidad, el malhumor, las reacciones ásperas especialmente ante los adultos de la familia, es una cosa común en estas edades, por lo que a veces se pueden malinterpretar.
Si un adolescente está deprimido, podremos observar algunos de los síntomas comunes de la depresión, pero con un cierto matiz de volubilidad y cambio, sobre todo cuando está “con los suyos”, con los que el o ella consideran su especie (a diferencia de nosotros los adultos, que somos la especie opresora):
- La ya mencionada irritabilidad, muy frecuente, con brotes repentinos de ira inapropiada o desencadenada por estímulos muy pequeños.
- Mirada triste, actitud física “de derrota” que denota pesadumbre, tanto en su postura corporal, como en sus movimientos, enlentecimiento de los mismos.
- Si verbaliza sentimientos de tristeza y no sabe a qué atribuirlos.
- Una mayor sensibilidad a la crítica.
- Quejas de somatizaciones, como dolores de cabeza, molestias digestivas, mareos y otros problemas corporales.
- Retraimiento frente a la gente, no tanto frente a los adultos, sino también una retirada social frente a sus amigos y la gente de su edad, con la que habitualmente lo pasaba bien. Pasar tiempo a solas y ensimismado.
- Dejar de lado actividades que habitualmente le gustaban.
- Sentir cansancio buena parte del día.
- Disminución del rendimiento académico, aun cuando haya invertido tiempo en el estudio. Dificultad para entender las tareas escolares. Quejas de dificultades para concentrarse.
- Dificultades para dormir y también que el sueño no sea reparador porque se despierte a lo largo de la noche, o bien muy temprano por la mañana.
- También puede presentar cierto letargo durante el día, que contrasta con un sueño no eficiente durante la noche.
- Cambio en los hábitos alimentarios, con pérdida de apetito o por el contrario un aumento desmesurado del mismo para calmar cierto grado de ansiedad.
- Problemas para tomar pequeñas decisiones del día a día, tendencia a posponerlas.
Asimismo, al escribir este listado, advierto que algunos puntos se solapan con problemas que pueden también presentarse en esta edad, como trastornos de ansiedad, trastornos por déficit de atención o trastornos de la conducta alimentaria y el consumo de alguna sustancia “desmotivadora” como suele ser el cannabis. Es decir, que nos pueden servir de guía para advertirnos que algo está pasando a ese joven.
Por otro lado, todos sabemos que los adolescentes pueden ser muy reacios a ser vistos por un médico o un psicólogo (los consideran que forman parte de la especie adulta) pero mi consejo es que hay que mostrarse firmes si creemos que nuestra hija o hijo necesitan recibir ayuda, o cuando menos ser vistos para calibrar la magnitud del problema. Mi experiencia me indica que por muy reticentes que se muestren al principio en poco tiempo agradecen la ayuda que se les presta (aunque sigan verbalizando lo contrario frente a sus padres).
Asimismo, también me ha ocurrido que en más de una ocasión he visitado a jóvenes que habían solicitado ayuda profesional a sus mayores, y estos –con toda la buena fe- habían minimizado los problemas que relataba porque eran “cosas de la edad”.
Ah, y un par de frases que he encontrado por ahí:
Para los padres:
“El sentido común es la colección de prejuicios adquiridos a los dieciocho años de edad” (Albert Einstein).
“Niños pequeños, dolor de cabeza; niños grandes, ataque al corazón” (Proverbio italiano).
Para los hijos:
“Se necesita coraje para crecer y convertirse en quien realmente eres” (e e cummings).
e e cummings:
Poeta estadounidense, uno de los escritores más experimentales e inventivos del siglo XX. Su nombre completo era Edward Estlin Cummings (1894-1962).
Cummings fue conocido por sus poemas que rompían con toda estructura, incluyendo usos poco ortodoxos de mayúsculas y minúsculas (de las que no se salvó ni su propio nombre) y de la puntuación. Muchos de sus poemas también están escritos sin respeto a los renglones y los párrafos. Algunos pueden parecer incomprensibles hasta que no son leídos en voz alta. Aunque el contenido emocional de su poesía parece en primera instancia cínico, básicamente es lírico y casi romántico.
LA PRIMAVERA ES
» La primavera es como una quizá mano
que llega cuidadosamente saliendo de ninguna parte
arreglando una ventana
hacia dentro de la cual todos miran
mientras todos se quedan absortos ella arregla y cambia
coloca cuidadosamente allí una cosa extraña
y aquí una cosa conocida
y cambiándolo todo cuidadosamente.
La primavera es como una quizá mano en una ventana
cuidadosamente acá y allá
moviendo nuevas y viejas cosas
mientras todos miran absortos cuidadosamente
moviendo una quizá fracción de flor aquí
colocando una pulgada de aire ahí
y sin romper nada. «