De forma repetida, con los atentados terroristas, psiquiatras y psicólogos hablamos acerca de los trastornos de estrés, como ahora se llaman aquellos cuadros que tras la Primera Guerra Mundial fueron conocidos como “neurosis de guerra”.
Ahora hay dos categorías “Trastorno de estrés agudo” y “Trastorno de estrés postraumático”, que, básicamente, difieren entre sí en la duración de los síntomas psicológicos que sufre el afectado, esto es, si el tiempo por el que se prolongan es superior a un mes.
¿Sabían que el término Rambla proviene de la palabra árabe rámla (arenal)?
Está documentada en catalán desde 1249
Esta vez el atentado terrorista ha ocurrido en mi ciudad. Y las víctimas son víctimas cercanas, aunque la mayoría de ellos fueran turistas. Esas personas que paseaban por la Rambla, en una tarde ociosa y cálida de verano, compatriotas de todos (luego vuelvo a ello). Cercanas son las imágenes de los quioscos con las postales de la ciudad, mi ciudad, revoloteando hasta caer sobre heridos y muertos como premonitorias esquelas. Cercano todo, los rótulos de los comercios, el pavimento de la calle, la fuente de Canaletas, los bares con sus terrazas, las paradas del Metro y el mosaico de Miró en el Pla de l’Os, obra de arte que pisamos distraídos. También los azules de la Policía Municipal con su gorra ajedrezada y de los mossos… todo familiar, todo conocido, pero todo dolorosamente sorprendente.
He leído con avidez las informaciones en prensa. He mirado y remirado las fotografías de los jóvenes terroristas. Uno mira a la cámara con una expresión displicente, un poco desafiante; a otro que baja la vista no le veo los ojos… pero al resto se les aprecian los rasgos de frente, diría que incluso algunos tienen expresiones simpáticas, con medias sonrisas y cara de “buenas personas” ¿cómo esos chicos pueden estar prestos a matar con explosivos, atropellando o con cuchillos, como si jugaran a un macabro videojuego?
Me detengo también en otra foto, la del imán de Ripoll, un hombre vestido de oscuro está de pie sobre un espacio profusamente alfombrado, de perfil y con los brazos en posición de orar, supongo que mira hacia la Meca. Leo los preceptos del Islam y me pregunto ¿a qué Dios está rezando? Acaso al Dios que propone el principio de Adl y que manda a sus fieles hacer las cosas buenas y que se prohíban a sí mismos hacer el mal.
He leído también hasta la saciedad palabras de políticos que exclaman que no cambiarán nuestra forma de vida. Claro que no la cambiarán, pero no tanto por valentía sino porque es imposible. ¿No voy a ir a trabajar mañana? ¿No iré a comprar cuando lo necesite? ¿No pasearé por las calles de mi querida ciudad, aunque estén abarrotadas de gente, de aquí y de allá? Claro que lo haré, seguiré haciendo las mismas cosas, todos vivimos conforme a nuestras rutinas, qué remedio nos toca. Ni creo que un atentado provoque conversiones al Islam (si son las primeras víctimas de los terroristas). Entonces, ¿qué sentido tienen estas muestras de barbarie? Explicádmelo expertos, sociólogos, politólogos, historiadores, o quien sepa o pueda… porque no lo entiendo.
“No tinc por” es un bonito eslogan. Pero mucho miedo se produjo esa tarde de agosto, mucha inquietud y zozobra, mucho dolor, mucha angustia, muchas lágrimas. Políticos, dirigentes, dejar que los técnicos hagan su trabajo, sin interferencias, sin sacar partido.
Como siempre ante la desgracia hay pinceladas de esperanza. De personas que ayudan a los demás, algunos porque es su profesión (y no les resta mérito, hacer bien un duro trabajo en condiciones extremas es admirable, gracias, mil gracias), otros, porque son personas, buenas personas, que habitan en la humanidad, con minúscula, la única patria del ser humano.
Muchas gracias Dra. Humbert en momentos tan delicados agradecemos sus comentarios.
Gracias a ti. Un abrazo
Dra. Humbert, un relato tan bien construido como emocionante. Y en el que también se refleja el estupor que nos invade a todos, tras la impotencia y la rabia. Yo me pregunto, ¿porqué los chicosmusulmanes parecen ser los más maleables, incluso estando integrados, con trabajo y sin ser especialmente religiosos? ¿Qué tiene precisamente esa religión, o costumbres, o no se que pueda ser…, que consigue que un imán les lave el cerebro en unos meses? Porque en este caso, por lo que sabemos ha sido así. También en nombre de otras religiones se ha masacrado… Los católicos, por ejemplo… Pero hace ya siglos… Por eso se me ocurre pensar, ¿puede ser que en realidad estemos hablando de personas que piensan, o reaccionan, como hace quinientos años, aunque hayan tenido una educación o situación distinta, pero quizá… «postiza»? ¿Puede causarles tanta confusión la forma en que viven en sus países de origen, o como son sus madres o abuelas, comparado con lo que viven en los países de acogida, para que en un momento dado sean más vulnerables, o estén más predispuestos a un fanatismo asesino e irracional? Me horroriza, por lo que hacen, y por ellos mismos, sus familias, las buenas personas musulmanas…
Ojalá pudiera responder. Una cosa que se me ocurre, ¿se radicalizarían estos muchachos si realmente vivieran en una sociedad musulmana, de tradición, costumbres, práctica religiosa? O bien si la vulnerabilidad proviene por vivir «al margen» (no me refiero a la pobreza) sino a los mecanismos de control éticos de una sociedad, la que sea. Quizá la «asimilación» o «integración» al mundo occidental sean solo signos externos (tener una moto, un coche, hablar un idioma) pero en realidad «no ser nadie» o no tener clara la identidad puede hacer que ésta se busque dentro de una «épica de videojuego». («Soy un soldado y me cargaré a tantos marcianitos/soldados/ enemigos/etc…»)
Otro apunte, ¿cuántas personas influenciables han formado parte de movimientos terroristas (Baader-Menhof, Brigadas Rojas, Ku Kllux Klan, las FARC, ETA, GRAPO, el Ejército Simbiótico de Liberación?
¿Quién puede dar una respuesta sin especular?