BIOQUÍMICA

Uno de los puentes de Verona sobre el rio Adigio.

Si hemos sido afortunados nos habremos enamorado alguna vez. Y también hemos oído la expresión acerca de “la química” entre dos personas. Entonces, ya sabemos de lo que hablamos. Ese conjunto de reacciones que nos hacen sentir a casi todos lo mismo, aunque cuando nos sucede a nosotros lo sintamos como único en el mundo.

Ahora bien, esa experiencia inefable, única, particular y exclusiva parece que realmente está mediada por procesos químicos (… que desilusión).


Romeo y Julieta se conocen en el baile.
En la versión cinematográfica dirigida por Zeffirelli en 1968.

M. Leibovitz, psiquiatra
experto en bioquímica y
ansiedad social.

Los procesos que modulan el comportamiento humano en sus relaciones amorosas y sexuales se han ido estudiando desde la segunda mitad del siglo XX, y entre estos trabajos destacaría el del psiquiatra norteamericano Michael R. Leibovitz de la Universidad neoyorkina de Columbia que publicó en 1983 su obra “The Chemistry of Love”.



Esquema de las sustancias químicas que intervienen en la experiencia amorosa


Según los neurobioquímicos el verdadero enamoramiento sobreviene cuando se sintetiza en el cerebro una molécula orgánica: la feniletilamina (FEA, tiene gracia). La feniletilamina es un estimulante natural, similar a una anfetamina. 

La estructura química de la feniletilamina (C8H11N)

Esta producción puede ser disparada por estímulos simples (pero a la vez tan intensos) como una profunda mirada a los ojos o un simple rozar de las manos. Y entonces nos dicen que esas sensaciones tan embriagadoras como el rubor, el temblor, sentir el corazón y el pulso acelerados son debido a una sobredosis de FEA (pues vaya…).

Manos que apenas se rozan.
Las manos de las estatuas yacentes de los amantes de Teruel.

Además de las manifestaciones que percibimos en nuestro cuerpo, la secreción de feniletilamina inicia una cadena de reacciones en el cerebro. El primero de ellos, estimular la secreción de dopamina, un compuesto neurotransmisor que produce el efecto de sentirnos bien ya que es el responsable de los mecanismos de recompensa de nuestro cerebro.
La dopamina afecta los procesos cerebrales que controlan el movimiento, la respuesta emocional y la capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona placer (ya lo hemos visto con la adicción al tabaco).

Estructura química de la dopamina (C8H11NO2)
Así pues, este incremento en la secreción de dopamina, estimulada por la feniletilamina induce un proceso de aprendizaje positivo que es el responsable último de transformar lo que era un simple deseo sexual en algo más profundo. Además se estimula la producción de oxitocina. Esta hormona, además de estimular las contracciones uterinas durante el parto, es un mensajero químico que interviene en el deseo sexual.

La oxitocina, la hormona responsable del apego y el cariño… entre otras cosas.

C43H66N12O12S2


Según los expertos el enamoramiento es un “estado químico” que dura entre 18 y 36 meses. Posteriormente la sustitución de este estado por un vínculo, apego, compañerismo a amor a largo plazo está apoyado en otros circuitos cerebrales, como la oxitocina y la vasopresina.
Los efectos de la oxitocina no se limitan a las mujeres, y promueve en ambos sexos conductas de cuidado (similares a las del cuidado maternal) que posiblemente son la razón por la que nos mantenemos unidos a nuestra pareja cuando los signos del enamoramiento (¡ay!) ya no son tan evidentes.

Dos loritos agapornis (también conocidos como lovebirds debido a los fuertes vínculos de pareja que establecen


… y CUPIDO  

Cupido es, en la mitología romana, el dios del deseo amoroso. En la mitología griega se le conoce como Eros.  Según la versión más difundida, es hijo de Venus, la diosa del amor, la belleza y la fertilidad, y de Marte, el dios de la guerra.

«Cupido y mariposa», cuadro de William-Adolpje Bouguereau, 1888

A Cupido se le representa generalmente como un niño alado, con los ojos vendados y armado de arco, flechas y aljaba. Este pequeño dios nació en Chipre como su madre Venus, quien lo escondió en los bosques, creciendo hermoso, algo salvaje y audaz. En estos bosques se fabricó un arco con madera de fresno y flechas de ciprés, aunque las flechas eran diferentes, unas  tenían punta de oro, para conceder el amor, y otras la punta era de plomo, para sembrar el olvido y la ingratitud en los corazones. 

Del mismo autor «Cupido en búsqueda», 1890


El joven Cupido avivando la llama de Himeneo,
escultura de George Rennie





Cupido tenía un medio hermano, Himeneo, hijo de Venus y Baco, que era el dios del matrimonio. Himeneo llevaba siempre una antorcha, y Cupido era capaz de avivarla. 











Cupido y Psique, también obra de Bouguereau





El propio Cupido se casó con la hija mortal del rey de unas remotas tierras, Psique, que tras muchas peripecias fue admitida entre los dioses, bebió ambrosía y se hizo inmortal. 

















Después del festín nupcial, Psique (el alma) adquirió alas de mariposa. Celebradas las bodas, Psique dio a luz pasado poco tiempo a las tres Cárites o Gracias:  llamadas CastitasPulchritude y Voluptas , es decir la vírgen, la esposa y la amante. 

«La  Primavera» Botticelli, alrededor de 1482.  A nuestra izquierda las tres Gracias


Como he dicho estamos hablando de mitología romana, ya que en la mitología griega las Cárites eran las diosas del encanto, la belleza, la naturaleza, la creatividad humana y la fertilidad (todas estas cualidades).  Habitualmente se consideran que eran tres, y sus nombres son Talia (Floreciente) la mayor, Eufrósine (Júbilo) la mediana y Aglaya (Belleza) la menor. No está muy claro de quien son hijas las Gracias griegas, cosa frecuente en la mitología al haber sido transmitida oralmente y después recogidas diversas versiones en textos literarios. Suelen ser consideradas hijas de Zeus y de Eurímone, aunque también se atribuye su maternidad a Hera.

Parece ser que estas Gracias griegas formaban parte del séquito de Afrodita (o sea de la latina Venus, madre de Cupido) o sea que vivirían en la corte de su abuela…

(Como en todas partes y en todos los tiempos, reales o míticos, los dioses también tenían líos de familia). 
¿Qué versión del enamoramiento preferimos?


Esta:


ó esta:

«Cupido victorioso». Caravaggio, 1601


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