El cannabis es un factor de riesgo para las enfermedades mentales. Esta es una afirmación que los psiquiatras clínicos conocemos desde siempre. Y lo sabemos por la experiencia clínica de los numerosos casos que hemos atendido en nuestra práctica cotidiana que se desarrollan tras haber ingerido esta sustancia.
Sin embargo, para hablar con propiedad de la sustancia, sus riesgos, sus virtudes (seguro que hemos leído cosas acerca de sus propiedades terapéuticas), sería bueno saber un poco más acerca de cuáles son sus compuestos.
El principal principio psicotrópico de las planta del cannabis (especies cannabis sativa y cannabis índica) también conocida como marihuana, es la molécula de tetrahidrocannabinol o THC. Pero no es la única, ya que estas plantas contienen más de 500 compuestos químicos diferentes, de los cuales se han identificado hasta 112 cannabinoides diferentes del THC.
Y ahora pasamos a hacernos una par de preguntas:
¿Qué es un cannabinoide?
Un cannabinoide es un compuesto orgánico perteneciente al grupo de los terpenofenoles que activa los receptores cannabinoides en el organismo humano.Los cannabinoides se descbrieron en la década de los 40, pero la estructura química del THC se determinó por vez primera en 1964 por el Dr. Mechoulam, un profesor israelí de la Universidad Hebrea de Jerusalem.
Existen tres tipos de sustancias cannabinoides:
- Los fitocannabinoides o cannabinoides herbarios, sintetizados por la planta del cannabis (como ya he mencionado hasta 113 compuestos).
- Los cannabinoides endógenos, que son producidos por organismos animales y por el cuerpo humano (como la anandamidas)
- Los cannabinoides sintéticos, generados en el laboratorio.
¿Los seres humanos tenemos receptores para estas sustancias?
Pues sí. Y no sólo los humanos. También fueron encontrados a finales de la década de los ochenta (siglo XX) en otros mamíferos, peces, aves y reptiles. Estos receptores fueron denominados por las iniciales CB y existen dos tipos los CB1 y los CB2.
¿Qué función tienen los cannabinoides endógenos?
El más conocido es la anandamida, compuesto que fue aislado y descubierto por los químicos Hanus y Devane en el mismo laboratorio del Dr. Mechoulam en 1992. Se trata de un mediador lipídico cuya fórmula química es: C22H37NO2.
El cuerpo humano sintetiza anandamida a partir de la N-araquidonoil fosfatiletolamina, debido a la acción de la enzima FAAH. Las fuentes exógenas y natuales de la anandamida son el cacao, la trufa negra, los erizos de mar y diversas preparaciones de huevas desecadas de pescado. No obstante, todavía existe una controversia acerca de cual es la dosis eficaz de consumo para el cuerpo humano.
Los efectos de este cannabinoide endógeno se desarrollan tanto en el sistema nervioso central como en partes del sistema nervioso periférico. Los efectos son diferentes en función del tipo de receptos (CB1 o CB2) al que se acoplen.
Los estudios en conducta humana han demostrado que la anandamida desarrolla una actividad importante en aspectos de la concreción de la memoria y sensaciones como el hambre, el patrón de sueño y el alivio del dolor.
Metabolismo y efectos del tetrahidrocannabinol
El metabolismo inicial de los cannabinoides herbarios se produce en función de su vía de administración (por inhalación del humo o por ingesta). Además muchos de los metabolitos del THC y del cannabinol son psicoactivos y alguno de éstos traspasan la barrera hematoencefálica con gran facilidad. A causa de su elevada solubilidad en lípidos, el THC se acumula en el tejido adiposo y ejerce su función (durante un largo tiempo) en sistema nervioso central ya que puede acumularse en las membranas lipídicas de las neuronas.
El THC parece alterar el estado de ánimo y la cognición a través de sus acciones agonistas de los receptores CB1, que inhiben el sistema adenil-ciclasa de segundo mensajero intraneuronal siendo un efecto dependiente de la dosis.
¿Cuáles son las cifras de consumo de cannabis?
Según cifras del UNODC de 2015, organismo de la ONU que monitoriza el consumo del cannabis, se indica que la planta se cultiva en ciento treinta y cinco países. En total, las cifras de consumidores habituales de la sustancia oscila entre ciento treinta a doscientos treinta millones de personas en todo el mundo.
Asimismo se destaca el incremento del consumo en todo el continente americano en la última década, siendo este incremento más importante en Estados Unidos, país en el que el 51% de la población la había consumido en algún momento de su vida, el 12% de la población en el último año y más de un 7% en el último mes. Además estos porcentajes corresponden a población general, que aumentan pavorosamente cuanto nos centramos en el rango de adolescentes y adultos jóvenes.
Se calcula que el porcentaje de adolescentes, con una edad entre los 14 y 18 años, que consume cannabis (esto es que “fuma porros) se ha multiplicado por seis en los últimos cinco años, y de éstos un 20% de los jóvenes llegan a un consumo abusivo (entre ocho o diez porros diarios).
Existen dos factores que explican dichas tasas elevadas de consumo, el primero es la baja percepción de riesgo por parte de este colectivo y el segundo y determinante es la facilidad de adquisición. De esta forma, el consumo está banalizado e incluso la investigación del uso medicinal del cannabis (aspecto muy interesante y prometedor tema para muchos pacientes) parece haber dotado a este consumo de un marchamo benéfico (“es más perjudicial es el tabaco”).
Naturalmente, el tabaco es perjudicial, y crea adicción. Pero no por ello convierte al cannabis en una sustancia exenta de riesgos por su potencial adictivo, siendo un factor de riesgo importante sobre la salud mental en general.