A propósito de San Valentín…
“Está muy distraído, sonríe tímida y misteriosamente, como si conociera un secreto que nadie más conoce”
Seguramente está enamorado.
Pues sí, un estudio reciente realizado por investigadores holandeses (del romántico país de los tulipanes) describió mediante la utilización de test psicológicos que los estudiantes que se encuentran en los primeros momentos de un enamoramiento presentan una reducción del control cognitivo.
Otro estudio, realizado en el romántico país de los cerezos, cuyo autor principal es el Dr. Kawamichi, publicado en Frontiers in Psychology, ahonda en este tema. Mediante estudios de imagen cerebral se mostró que los sujetos que se hallaban en estadios tempranos de una relación romántica presentaban una reducción en la materia gris de una región cerebral muy concreta.
En el trabajo se analizó a 56 jóvenes (32 hombres y 24 mujeres) con una edad promedio de 21 años que habían estado en una relación romántica de al menos un mes de duración (el promedio fue de 17 meses). Para hacer comparaciones se reclutaron 57 participantes de edades similares pero que no estaban en una relación actualmente (grupo control). La mayoría de las personas completaron una escala sobre felicidad subjetiva y a todos se les analizó la estructura cerebral mediante resonancia magnética cerebral.
Los principales resultados fueron:
- Los participantes que se encontraban en los primeros estadios de una relación romántica manifestaban ser más felices que aquellos que estaban solteros.
- En cuanto al análisis cerebral, los investigadores hallaron una disminución de la densidad de la materia gris de la zona dorsal derecha del nucleo estriado. Esta región está relacionada con los mecanismos de procesamiento de la recompensa.
Los autores del estudio concluyen que sus resultados son preliminares y deberían replicarse, así como hacerse estudios de seguimiento de si perdura esta reducción a través del tiempo con la relación amorosa, y si se “normaliza” la densidad cuando ha cedido el enamoramiento.
Realmente estar involucrado en una relación romántica es una experiencia intensamente gratificante. Quizá el cerebro podría “regular” su sensibilidad a la gratificación, para adaptarse a un momento en que hallamos una constante alegría en cada mirada, cada caricia, cada palabra o cada pensamiento sobre la persona amada.