Aunque el trastorno bipolar es una enfermedad con una clara determinación biológica, no podemos olvidar en la interacción constante del ser humano con su medio, por lo que en este cuadro clínico también tendrán su peso específico los factores psicosociales.
Acontecimientos vitales:
Estos factores son especialmente relevantes en la eclosión de la enfermedad, así como en la precipitación de nuevos episodios. Así, los llamados “acontecimientos vitales” que no son otra cosa que los sucesos o circunstancias de la vida a la que se ve sometida una persona intervienen en la aparición de la enfermedad, lógicamente en sujetos que presentan vulnerabilidad genética.
Normalmente se considera que a medida que suceden las recaídas, la enfermedad se independiza de las situaciones estresantes, siguiendo un modelo parecido al de la epilepsia que se puede provocar en animales de experimentación, en los que la aparición de una crisis facilita la siguiente. De ahí, la importancia de la prevención de recaídas.
También cabe señalar que los estudios que tienen el punto de mira en la influencia de las situaciones ambientales estresantes sobre la enfermedad bipolar son en ocasiones muy dificultosos. ¿Por qué? Simple, en muchas ocasiones los propios acontecimientos vitales (como podría ser una separación matrimonial o un despido laboral) son a su vez consecuencias de la propia enfermedad.
Me explico, un paciente que sufra un trastorno bipolar, cuando padece una fase maníaca, es muy posible que haya tenido una conducta sexual inadecuada, o haya sido imprudente en sus gastos comprometiendo la economía familiar… y todo ello -a pesar de encontrarse fuera del control del paciente- puede originar un conflicto en la relación de pareja, e incluso ser causa de separación o de divorcio (personalmente, así lo he visto en más de una ocasión en mi práctica médica). Ya que, una cosa es que las personas del entorno entiendan que el paciente sufre una enfermedad, y otra muy diferente es que arrostren las consecuencias de un desliz (de cualquier tipo) realizado por el paciente.
Lo mismo puede suceder en el ámbito laboral, los pacientes con trastorno bipolar en su fase depresiva pueden presentar un bajo rendimiento porque tengan dificultades de atención, memoria y concentración, así como una falta de motivación. En una fase maníaca o hipomaníaca, el paciente puede presentar una conducta inapropiada o irascible y tener una hiperactividad no eficaz debido a que su atención está acaparada por muchos estímulos… tanto en esta fase, como en el episodio depresivo es posible que haya precisado estar de baja laboral. Conclusión, con todo ello son elevadas las probabilidades de que haya sido despedido en alguna ocasión o que esta persona no haya sido promocionada como cabría esperar por su valía, por las continuas interrupciones que la enfermedad ha supuesto en su vida profesional.
Este mismo tipo de razonamiento es válido para el papel etiológico (causal que puede representar el apoyo psicosocial, sobre el que se han llevado a cabo diversos estudios de seguimiento y que se describe como un factor coadyuvante de recaídas. Muchos estudios confirman el progresivo deterioro social que acompaña -en muchos casos- el curso de la enfermedad, especialmente en los pacientes en los que predominan los episodios maniformes.
La calidad del apoyo psicosocial tiene valor predictivo por dos motivos: los pacientes con escaso soporte psicosocial:
- Son peores cumplidores del tratamiento.
- Son diagnosticados y tratados de forma mucho más tardía.
Funcionamiento familiar:
El estudio del funcionamiento familiar de los pacientes con trastorno bipolar presenta para su correcta interpretación, problemas similares a lo que he señalado para los acontecimientos vitales: la gran dificultad de distinguir entre causa y consecuencia del trastorno.
Existen estudios que relacionan el curso de la enfermedad con la expresividad emocional intrafamiliar y el estilo afectivo, e incluso alguno que apoya que es de menor eficacia el tratamiento preventivo con sales de litio en aquellos pacientes con familias de gran expresividad emocional (pero se trata de muestras pequeñas de pacientes para llegar a conclusiones claras).
La pérdida de algún progenitor durante la infancia del paciente había sido propuesta como relevante en la aparición de la enfermedad bipolar, pero también mas recientemente se ha puesto en duda.
Lo que es indudable es el efecto disruptivo de la enfermedad de uno de los miembros sobre la dinámica familiar.
Características de personalidad:
En contra de lo que se cree a nivel popular, no se ha definido un patrón de personalidad característico de las personas que sufren o sufrirán trastorno bipolar. Esta creencia “a pie de calle” radica en la confusión del término bipolar con el de ser poco constante o variable. Así, muchas veces he escuchado a alguna persona que se refería a un tercero en estos términos:
“Es muy bipolar… Un día te saludo muy contento y al día siguiente apenas te habla, nunca sabes como tratarle”
Pues bien, esta podría ser la definición de alguien voluble, inestable en su conducta o lábil en su ánimo, como veleta movida por el viento. Pero como los términos se vulgarizan ha pasado a ser la “definición” de ser bipolar (con el mismo poco rigor que cuando decimos “estoy depre” porque tenemos un mal día).
Ahora bien, y desde una perspectiva seria sí que se han estudiado algunas características que pueden presentar, como la sobreimplicación en actividades, la labilidad emocional, la tendencia a la fantasía el liderazgo y la creatividad, así como una necesidad de aprobación social, variables que tienen mas que ver con el temperamento que con la personalidad.
Casi una cuarta parte de los pacientes con trastorno bipolar pueden cumplir criterios de “Trastorno de personalidad” (lo que implica que más del 75% de los pacientes no presentarán ninguno de estos trastornos). Entre los diagnósticos de personalidad los mas habituales estarán en relación al cluster B del DSM-5.
Por último, debemos considerar que algunos aspectos de la personalidad de los pacientes con trastorno bipolar no son causa sino consecuencia de la propia enfermedad, en especial si se ha iniciado en un momento temprano de la vida. Me refiero a una menor fortaleza emocional, menor seguridad en sí mismos y mayor introversión.
Los amigos de Peter, entre ellos Stephen Fry
La fotografía en la cabecera de esta entrada corresponde a esta película inglesa de 1992 dirigida por Kenneth Brannagh, e interpretada por el mismo Brannagh, Stephen Fry, Emma Thompson, Hugh Laurie (el Dr. House) entre otros.
El argumento gira en torno al reencuentro de un grupo de amigos de la universidad, convocados por el aristócrata Peter, que acaba de heredar la mansión de su padre. A lo largo del fin de semana se cuentan su trayectoria, sus éxitos y sus tragedias, se destapan secretos y miedos, se tejen y destejen vínculos. El día de Nochevieja, Peter (Stephen Fry) revela a sus amigos que es seropositivo para el HIV (tengamos en cuenta que en el momento en que se produjo la película el SIDA era incurable y letal). Sin embargo, la película pone una nota optimista por el apoyo de sus amigos, apoyo necesario en todas las enfermedades.
Stephen Fry, es un actor, escritor, presentador y activista. Sufre un trastorno bipolar y así lo ha contado en el documental Stephen Fry: The Secret Life of the Manic Depressive (2006) dirigido por Ross Wilson, en el que se explora los efectos de vivir padeciendo un trastorno bipolar. En el documental intervienen otros actores famosos, como Richard Dreyfuss, Carrie Fisher y el cantante Robbie Williams.