La depresión, mejor dicho los trastornos depresivos -en cualquiera de sus formas-afecta a más de 300 millones de personas en el mundo. Recapacitamos sobre la cifra, la población europea estimada es de 747 millones de personas, o sea imaginemos que algo menos de la mitad de la población europea son los afectados de estos trastornos en todo el mundo.
La depresión es una enfermedad, bien distinta de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana.
No obstante, los pacientes que la sufren pueden escuchar de su entorno contundentes afirmaciones que son falacias acerca de su padecimiento.
Primera falsedad:
“La depresión es una forma de debilidad personal”
Hay personas que piensan que la depresión solo la sufren aquellos que son débiles, inmaduros o que no tienen otros problemas. Es más, este pensamiento suele ir acompañado de aseveraciones tales como “yo no creo en la depresión” o “si yo tuviera una depresión me sobrepondría” y también “la depresión sólo la padecen aquellos que no tienen otros problemas”.
Es decir, que con todas estas afirmaciones se desprecia a la persona que lo sufre de dos maneras: no se tiene en cuenta su padecimiento y además se le acusa a la propia persona del mismo. Algo así como si fuera una cosa buscada por el propio paciente.
REALIDAD:
La depresión es una enfermedad real, que puede afectar a una de cada cinco personas a lo largo de la vida. Con esta elevada prevalencia es lógica que los afectados no sean un grupo homogéneo en cuanto a carácter, temperamento, variables de personalidad y vivencias biográficas. En la clínica encontramos personas de todo tipo y condición que sufren de estos trastornos. Y a lo largo de la historia, figuras relevantes de la misma han sufrido de cuadros depresivos, como ejemplos Abraham Lincoln o Winston Churchill.
Segunda falsedad:
“La depresión es un simple estado de la mente”
En primer lugar, la dualidad “mente/cuerpo” podemos considerarla superada. El pensamiento, las emociones y la conciencia de uno mismo son vividos desde nuestro “ordenador central” es decir nuestro cerebro. Ahora bien, en ocasiones los pacientes reciben la instrucción de “pensar positivamente” para salir de la depresión… y si no lo hacen es que no se esfuerzan lo suficiente.
REALIDAD:
La depresión es una enfermedad real que ocurre en el cerebro. Genera un malestar a todos los niveles y el pensamiento que suele ser sombrío y lleno de pesadumbre no mejora con solo proponérselo. Decirle a alguien que “piense en positivo” para curar su depresión es como pedirle a un enfermo con diabetes que se concentre en que su páncreas secrete mas insulina… y si no ocurre así es que no se esfuerza.
Tercera falsedad:
“La depresión sucede cuando hay un problema, normalmente de tipo sentimental, económico o de salud”
REALIDAD:
La depresión afecta a las personas al margen de sus circunstancias ambientales y sus problemas. La tríada “salud, dinero y amor” no garantiza la salud mental. Ya hemos mencionado que la depresión afectará a un 25% de la población (una de cada cuatro personas a lo largo de la vida) y estas personas tendrán circunstancias ambientales bien diversas.
Cuarta falsedad:
“Los medicamentos para la depresión son adictivos, es mejor no tomarlos ya que cambian la personalidad”
REALIDAD:
Los medicamentos antidepresivos no causas adicción, ni por supuestos modifican la personalidad de quien los usa.
Al contrario, al estabilizar el estado anímico del paciente, la persona se reconoce mas a sí misma. No entorpecen el juicio, ni por supuesto le hacen ver la vida “de color de rosa”… La medicación de tipo antidepresivo busca corregir las alteraciones que a nivel bioquímico sabemos que se producen en el cerebro de la persona que está padeciendo un estado depresivo.
Quinta falsedad:
“Las personas con enfermedad mental como la depresión pueden ser peligrosas”
Esta afirmación incide enormemente en el estigma que sufren los pacientes con trastornos depresivos, como si no fueran personas fiables.
REALIDAD:
De acuerdo con las investigaciones con agresividad, la persona con padecimientos psíquicos no son más agresivas, y mucho menos los pacientes con depresión. Nada más lejos de la realidad, los pacientes con depresión se sienten acobardados y si muestran algún tipo de irritabilidad y agresividad verbal inmediatamente sufren de grandes sentimientos de culpabilidad.
Sexta falsedad:
“Las personas con depresión no pueden ocupar puestos de gran responsabilidad o exigencia”
REALIDAD:
Quienes sufren depresión pueden ocupar puestos importantes y de responsabilidad. He mencionada ya a Lincoln y Churchill… Y ambos vivieron en una época donde no existían tratamientos eficaces frente a la depresión. Si quien sufre depresión está debidamente atendido desde el punto de vista médico, la enfermedad no dejará secuelas que afectan su rendimiento, capacidad profesional y desempeño vital.
El sentimiento de tristeza de la depresión es difícil de definir, ya que no hablamos de la tristeza normal a la que todos hemos tenido acceso, sino de un sentimiento de vacío aterrador. Lo expresa mejor el poeta:
Tengo miedo (Pablo Neruda) (Crepusculario, 1923)
Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza
del cielo se abre como una boca de muerto.
Tiene mi corazón un llanto de princesa
olvidada en el fondo de un palacio desierto.
Tengo miedo. Y me siento tan cansado y pequeño
que reflojo la tarde sin meditar en ella.