La palabra astenia se usa para referirnos a estados de fatiga generalizada, tanto a nivel físico como psicológico. Suele tener la connotación de debilidad física y falta de fuerza.
El pasado fin de semana, el último de marzo, tuvimos el “cambio de hora”, esto es entramos en el “horario de verano”… (es decir el domingo tuvo 23 horas en lugar de 24). A lo largo de esta semana no ha habido persona que se haya sentado en mi consulta –al margen de la psicopatología o problema por el que consulte- que no me haya mencionado “lo mal que le ha sentado el cambio con una gran sensación de cansancio y somnolencia”. También me lo han descrito las secretarias y mis colegas psiquiatra y psicólogas (y yo misma lo he percibido, con mayor pesar que otros años).
No es este el foro para tratar de la polémica del cambio de horario y el ahorro energético que puede conllevar. Pero si me he parado a leer lo que está descrito acerca de los efectos sobre la salud, y algunas son alarmantes (aunque son estadísticas que pueden tener otra explicación):
- Aumento de las hospitalizaciones por accidente cerebral vascular.
- Incremento del tiempo consumido “on line”.
- El cambio hacia horario de invierno afecta más a personas mayores de 65 años y también incrementa el número de consulta por cuadros depresivos.
- Aumento de tasas de suicidio entre varones (tras el cambio hacia el horario de verano).
- Aumenta la presentación de cefaleas “en racimo”.
- Aumenta la incidencia de accidentes de tránsito.
- Aumenta la tasa de ataques cardíacos tras ambas transiciones.
- Los estudiantes empeoran el rendimiento cognitivo en los días posteriores al cambio de horario de verano.
- Aumentan las tasas de aborto involuntario tras el inicio del horario de verano.
- Aumentan las posibilidades de accidentes de trabajo.
- Los insomnes tienen mayores problemas de sueño tras el inicio del horario de verano.
- Tanto la conciliación del sueño como el despertar están dificultados tras el inicio del horario de verano.
Si repasamos la lista, parece que todos los males de salud estarían condicionados por el cambio de hora. Posiblemente todo lo que detectan las estadísticas sean aspectos secundarios a que lo que realmente se afecta que es el número de hora y calidad del sueño. Y entonces nos preguntamos ¿por una sola hora de dormir menos? o acaso ¿es debido a que esa sola hora de menos sueño para adaptarnos al horario veraniego se realiza –claro está- en primavera?
Astenia primaveral
Durante la primavera, muchas personas, sean pacientes o no, me explican que se encuentran más cansadas de lo habitual, con mucha mayor necesidad de descanso y que a pesar de dormir más experimentan menos energía. Normalmente la propia persona que lo sufre se explica a sí misma: debe ser el cambio de estación… la primavera, ya se sabe.
Pues sí, durante la primavera muchas personas experimentan lo que se ha dado en llamar ASTENIA PRIMAVERAL.
En primer lugar ¿qué es astenia? Como muchos términos médicos, astenia deriva del griego (sthénos) que significa fuerza o poder; como prefijo la partícula “a” implica “carecer”. Fácil pues, falta de fuerza. Lógicamente este en un síntoma que acompaña a multitud de enfermedades y trastornos, tanto físicos como psíquicos, y se caracteriza con una sensación generalizada de cansancio, fatiga y debilidad.
Lo que llamamos astenia primaveral, ni siquiera nos hemos puesto de acuerdo si se trata de un cuadro clínico o una experiencia subjetiva, y desde luego pasajera. Como no reviste gravedad y repito, suele ser pasajera no se ha considerado una enfermedad propiamente dicha.
Las causas de este fenómeno no se conocen con exactitud, aunque algunas se han postulado. Debido a que diversos mecanismos fisiológicos de nuestro organismo son dependientes de la luz y la oscuridad, se ha sugerido que la astenia primaveral es una manifestación normal del proceso de adaptación corporal a las nuevas condiciones de luminosidad.
A pesar de que no existen estadísticas fiables del fenómeno, he leído por ahí que afecta a la mitad de la población (posiblemente esto es exagerado) y desde luego oscila mucho entre áreas geográficas. A mayor intensidad y brusquedad de los cambios climáticos, mayor probabilidad de aparición del cuadro.
- Los síntomas que se han descrito como integrantes de este cuadro/no cuadro clínico son:
- sensación de fatiga generalizada
- percibir somnolencia durante el día
- percepción de aturdimiento o de falta de claridad mental
- dificultades de concentración
- sensación de inestabilidad, algo de mareo
- pérdida de apetito
- irritabilidad
- disminución del interés sexual
- no se presenta insomnio, antes bien hipersomnia, pero la percepción es de sueño no reparador
Pues bien, si repasamos los síntomas ¿no recuerdan a los síntomas que hemos descrito para los síndromes depresivos? La diferencia es la intensidad de los mismos y sobre todo, que salvo una discreta irritabilidad, el estado de ánimo no suele contaminarse, la persona se siente fatigada, pero de buen ánimo y sin otras manifestaciones psíquicas que acompañan a las depresiones. Y además, lo definitivo es que suele desaparecer rápidamente.
Sin embargo, los pacientes que sufren una depresión y también alguno de los cuadro de ansiedad, pueden experimentar en el período primaveral y especialmente en el cambio de estación, un empeoramiento global de sus síntomas, o un retroceso en sus fase de mejoría, que en muchas ocasiones puede obligarnos a realizar algún ajuste en su tratamiento.
Se ha postulado que la fisiopatogenia tanto de la astenia primaveral, como de las recidivas esté producida por una disminución de las beta-endorfinas circulantes, y que dicho decremento sea debido a la tardanza de nuestro organismo en adaptar el reloj biológico a las nuevas condiciones de luminosidad, temperatura, humedad y presión atmosférica.