introversión CGJung

          Carl Gustav Jung

En 1921, Carl Gustav Jung, publicó su obra “Psychologische Typen” (Tipos psicológicos), en la que desarrollaba sus ideas sobre la existencia de diferentes “funciones” del psiquismo (concretamente cuatro: pensamiento vs sentimiento y sensación vs intuición) y dos actitudes principales que modulaban dichas funciones (introversión y extraversión).

La introversión es aquella actitud caracterizada en la concentración en los procesos internos del propio sujeto. Los introvertidos se interesan por sus pensamientos y sentimientos es decir, por su mundo interior, por lo que tienden a ser profundamente introspectivos.

La extraversión es la actitud de los que concentran el interés en un objeto externo. Están interesados en las cosas, la gente, el entorno y las experiencias externas, por lo que son más sociables.

Nadie es completamente introvertido ni absolutamente extravertido, ya que estas actitudes se reflejan en la personalidad como un continuum no como una categoría. Sin embargo, cada persona se acerca más a una u otra actitud, ya que no se puede mantener de forma concurrente una actitud introvertida y otra extravertida.

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Hans Eyxenck

Sobre la década de los 50, Hans Eysenck, un psicólogo inglés de origen alemán desarrolló su modelo factorial de la personalidad bajo una serie de concepciones teóricas previas. Para este autor, la extraversión era una dimensión social, aquellas personas que se encontraban en el extremo alto se podían considerar extravertidas, mientras que por el contrario, los que puntuaban bajo son sujetos introvertidos. A su vez, la extraversión la componen distintos factores:

  • Sociabilidad
  • Vivacidad
  • Actividad
  • Asertividad
  • Búsqueda de sensaciones
  • Despreocupación
  • Dominancia
  • Espontaneidad
  • Aventura

Eysenck proponía un modelo biológico que explicaba que tras esta dimensión de extraversión se relacionaba con el sistema de activación reticular ascendente, que se encargaba de activar la corteza cerebral. Aquellas personas con un córtex cerebral más activado no necesitarían mayor estimulación externa y por el contrario evitarían el contacto social, es decir, serían introvertidas y viceversa.

No obstante, en el mundo actual, la sociedad premia la extraversión. Desde finales del siglo XX y especialmente en nuestro alborotado siglo XXI el ideal de éxito está vinculado a que las personas sean abiertas al mundo, sociables y empáticas y que se desenvuelvan con gran soltura en diferentes situaciones sociales.

Incluso esta idea ha calado con fuerza en nuestros modelos pedagógicos, que se empeñan a que niños de corta edad trabajen y lideren en grupo (cuando ni siquiera saben trabajar ellos solitos, por lo que no suelen apreciar el esfuerzo de los otros…) y tienen que hacer vistosas presentaciones en power point (hechas por sus atribulados y atareados padres) cual ejecutivos de cuentas de multinacionales publicitarias. En cambio que poco se fomentan otras habilidades ligadas a la introversión.

Por ello, las personas de naturaleza introvertida pueden sentirse en desventaja y en el peor de los casos que actúan erróneamente o que son menospreciadas. De hecho, algunas personas introvertidas luchan para ser más extravertidas, ya que han podido sentirse a sí mismas inadaptadas.

Sin embargo, extraversión e introversión no son sino diferentes formas de entender el mundo y las relaciones sociales. Estudios recientes efectuados por los Departamentos de Psicología de algunas prestigiosas escuelas de negocios analizaron el nivel de introversión/extraversión de un grupo amplio de estudiantes de postgrado.

Los resultados mostraron que las personas extravertidas tienden a conectarse con otros extravertidos, por lo que sus redes sociales a menudo contienen una abrumadora mayoría de extravertidos. Sin embargo, los introvertidos eran más propensos a formar redes sociales más “equilibradas”, que representan un grupo demográfico más completo.

En este estudio se apreció que las personas extrovertidas creen que son mucho más sociables de lo que son en realidad, lo cual se debe a que las inferencias sobre sí mismos y sus relaciones sociales dependen, en gran medida, de la red social que han construido.

El modelo de interacción social de las personas extravertidas les lleva a salir mucho y a encontrarse con personas similares, por lo que desde su punto de vista el mundo está lleno de “mariposas que revolotean” (como ellos mismos). Por el contrario, los introvertidos suelen tener una idea mucho más precisa y objetiva de cómo son las personas, ya que la introversión estimula cualidades como la observación y la reflexión, lo cual les permite calibrar mejor el mundo social y comprender cómo funciona.

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No todos los humanos somos como mariposas. Aunque los extravertidos creen que sí

No obstante, y como última observación maliciosa, la venganza de los introvertidos ha llegado en forma de las mil terapias que proponen alcanzar una “conciencia plena”, meditar, relajarnos y escuchar nuestra voz interior. Es decir, aquello que los introvertidos suelen hacer por naturaleza: observar, reflexionar, pensar.

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Ser observador de todo lo que ocurre a nuestro alrededor, saber escuchar y mantenerse callado cuando lo que se va a decir es intrascendente, sería la mejor interpretación y la posición idónea que demostraría la sabiduría de quien así actúa. Pero desgraciadamente no siempre ocurre así.