El hombre primitivo atribuyó un origen sobrenatural a la enfermedad mental, pero intentó realizar un tratamiento de la misma. Así lo confirman los restos de cráneos trepanados hallados en culturas antiguas precolombinas, como los pertenecientes a la cultura Paracas (700 a.C.-200 d.C.) del sur del Perú; a través de los agujeros los espíritus malignos que invadían al enfermo podían escapar.
En culturas muy diversas entre sí (antiguos hebreos, griegos, chinos y egipcios) se intentaba expulsar a los espíritus del cuerpo del enfermo a través de exorcismos, realizados por hechiceros o sacerdotes.
Hipócrates de Cos, según un grabado de Rubens |
En el mundo occidental, la concepción sobrenatural de las enfermedades mentales se mantiene hasta la figura del médico Hipócrates de Cos (460-377 a.C.) que fue el primero en señalar el origen natural de tales trastornos.
El dios griego de la Medicina, Asclepios, estatua hallada en Ampuries (Esculapio en su versión latina) |
En la mitología griega el dios Asclepios (llamado Esculapio por los romanos) era el dios de la medicina y la curación, y era venerado en Grecia en santuarios (que recibían el nombre de Asclepion), el más importante fue el de Epidauro en el Peloponeso, y también el de Cos, donde Hipócrates fundó su escuela médica. Los atributos del dios Asclepios se representaban como una serpiente enrollada en un bastón (símbolo conservado en la actualidad). Tal fue la fama de Hipócrates, que se decía que su familia descendía del dios Asclepios.
Ruinas del Asclepion de Cos |
En los escritos hipocráticos la causa de las enfermedades gira en torno a la interacción de cuatro humores (fluidos) del cuerpo (la sangre, la bilis negra, la bilis amarilla y la flema), y sostenía que en las personas sanas se encontraban naturalmente en una proporción semejante (“pepsos”). Cuando estos fluidos se desequilibraban (“dyscrasia”) el individuo enfermaba.
Obviamente, esta es una concepción arcaica, pero es la primera explicación orgánica de la enfermedad, no sólo de la enfermedad mental. Además, Hipócrates desarrolló una clasificación basada en cuatro temperamentos (colérico, sanguíneo, melancólico y flemático) que se pensaba que indicaban la orientación emocional predominante, y se ha seguido utilizando durante siglos, en la descripción de los individuos (*).
Es de destacar además la clasificación de los trastornos mentales en tres categorías: Manía, Melancolía y Frenitis, clasificación pionera que con escasas modificaciones se mantiene durante toda la civilización griega y también en la romana.
El pensamiento de Hipócrates y sus seguidores se recoge en el llamado Corpus Hipocraticum, colección de unas setenta obras médicas de la antigua Grecia escritas en griego jónico. Aunque en la antigüedad eran totalmente atribuidos a Hipócrates, tanto por los estilos de escritura como por los temas se cree que fueron escritos por diecinueve autores diferentes, el propio maestro y algunos de sus estudiantes y discípulos.
La medicina hipocrática destacaba por su estricto profesionalismo, caracterizado por una disciplina y práctica rigurosas. En su escrito “Sobre el médico” recomienda que éstos siempre fueran bien aseados, fueran honestos, tranquilos, comprensivos y serios. El médico hipocrático daba especial atención a todos los aspectos de su práctica, debía seguir especificaciones detalladas para la iluminación, los instrumentos, la posición del paciente y las técnicas que utilizaba el médico. También se hacía hincapié a la observación y a la documentación, debiendo registrar sus descubrimientos y métodos medicinales de manera muy clara y objetiva, a fin de que estos registros se puedan transmitir y utilizar por otros facultativos. Podemos decir que Hipócrates fue el “Padre de la Medicina clínica”.
Como ya he mencionado en otra ocasión, en su Corpus se encuentra el Juramento Hipocrático, un documento fundamental para la ética y la deontología de la práctica médica.
Juramento hipocrático en un manuscrito bizantino (copiado en forma de cruz) |
Pero volvamos a la historia de la psiquiatría, o mejor dicho, del pensamiento acerca de los padecimientos psíquicos. Aunque entre los romanos, las directrices son similares a las de los griegos, se producen algunos cambios:
Asclepíades de Bitinia, clasifica los trastornos sensoperceptivos |
Asclepíades de Bitinia (124 a.C.), fue un médico griego que importa a Roma la medicina griega metódica. Rechazó la teoría humoral de Hipócrates, pero añade un enfoque nuevo enfatizando el papel de las influencias ambientales, y propugnando un tratamiento humanitario a los pacientes. Fue el primero en distinguir entre alucinaciones, ilusiones y delirios, así como en diferenciar entre enfermedades mentales agudas y crónicas.
Areteo de Capadocia |
Areteo de Capadocia, también griego ejerciente en la época imperial romana (30-90 d.C.) por su parte fue el primero en sugerir que las enfermedades mentales podían ser procesos normales exagerados, subrayando el papel de los factores emocionales y de la personalidad prepsicótica (siendo esta una observación muy brillante para la época).
Sorano (120 d.C.) revisó y amplió la clasificación hipocrática de los trastornos mentales, incluyendo en ella la histeria y la hipocondría (relacionando la primera con trastornos uterinos y la segunda como base en el hipocondrio).
Y finalmente llegamos a Galeno de Pérgamo (130-200 d.C.) que realizó una labor de síntesis de los conocimientos existentes, y dividió las causas de los trastornos psíquicos en orgánicos (como lesiones craneales, alcoholismo) y mentales (temores, contratiempos económicos, desengaños amorosos). Galeno sostenía que la salud psíquica dependía de la armonía adecuada de las partes racional, irracional y sensual del alma.
Galeno en una litografía delsiglo XIX, de Pierre Roche Vigneron |
Sin embargo, con la caída del Imperio Romano y la inmersión de Europa en la Edad Media, los postulados científicos y humanitarios de la cultura griega (y después latina) solo persisten en la cultura árabe.
Bagdad, capital del califato abasí |
Fue en Bagdad, capital del califato abasí, donde se estableció el primer hospital mental en el año 792. La figura más sobresaliente fue Ibn Sina (980-1037) que nosotros conocemos como Avicena.