Seguro que más de una vez hemos usado esta expresión cuando nos duele la cabeza. Y también si no podemos parar de pensar en algo que nos preocupa.
L’home a la tête de cautchouc, 1901
Pues, veremos aquí como Georges Méliès en 1901, inventando los efectos especiales para el cine, consigue hacer estallar su propia cabeza.
LA CEFALEA
Una de las formas más frecuentes de cefalea son las llamadas cefaleas tensionales. Ocurren cuando los músculos del cuello y del cuero cabelludo se tensionan o se contraen Las contracciones musculares pueden ser una respuesta al estrés, la depresión, la ansiedad o a un traumatismo craneal.
Se considera una afección crónica si sucede dos o más veces por semana durante algunos meses. Los dolores de cabeza diarios y crónicos pueden resultar tanto de un tratamiento deficiente como excesivo (cefaleas de rebote por uso exagerado de analgésicos) de la misma.
Hay que tener en cuenta que cualquier actividad que obligue a mantener la cabeza en una sola posición durante mucho tiempo sin moverse puede ocasionar dolor de cabeza. Tales actividades incluyen teclear, trabajos minuciosos con las manos.
Existen otros desencadenantes de la cefalea de tensión:
- · Consumo de alcohol.
- · Consumo de cafeína, o abstinencia de ésta.
- · Resfriados, gripe o infección sinusal.
- · Problemas dentales o contractura de la articulación de la mandíbula.
- · Tensión ocular.
- · Consumo de tabaco.
- · Esfuerzo o fatiga
El dolor de cabeza tensional suele ser sordo, similar a una presión, generalizado, pero no suele ir acompañado de otros síntomas.
Si una cefalea persiste tras haber sido tratada con analgésicos convencionales, es preferible acudir al médico, ya que aunque es muy probable que el cuadro no revista ninguna gravedad, el consumo indiscriminado de analgésicos puede empeorar y cronificar la sensación dolorosa.
MélièS
Méliès en diciembre de 1895 era caricaturista, mago, actor, productor escenógrafo y empresario teatral… hasta que conoció el cinematógrafo.
La primera exhibición comercial de dicho invento (como espectáculo de pago y no como curiosidad científica) fue el 28 de diciembre de 1895 en el Salon Indien del Gran Café de París. Se proyectaron diez películas cortas de menos de un minuto de duración, la primera de ellas fue «La sortie de l’usine Lumière a Lyon«. La sesión fue presentada por Antoine, el padre de los inventores ante treinta y tres espectadores que habían pagado un franco.
Georges Méliès fue uno de aquellos espectadores y posiblemente a quien más impresionó. Al terminar la proyección, quiere comprar inmediatamente uno de aquellos aparatos, pero Antoine Lumière le dice que desista de su idea, ya que el cinematógrafo sólo es «un juguete de fin de siglo».
Méliès se las ingenia para diseñar y patentar su propia cámara y proyector, basándose en otros prototipos. Entre 1896 y 1914 realizó más de setecientas películas (aunque la duración de estas películas era entre uno y quince minutos), la mayoría de las cuales se han perdido (*).
Durante esos diecinueve años de actividad como cineasta fue pionero en casi todo, desde el diseño y construcción del primer estudio, la creación de una compañía cinematográfica, la G-Star, la utilización de trucos con la cámara sentando las bases de los efectos especiales, la coloración de los fotogramas, la creación de distintos géneros en el cine… pero especialmente la incorporación de la narrativa, con lo que el invento de los Lumière pasó de ser un mero documento fotográfico animado al espectáculo cinematográfico. Es decir, Méliès inventó el cine como espectáculo.
En definitiva, un creador único en una época mágica del cine. Un hombre que jugó todo lo que quiso con «ese juguete de fin de siglo».
L’homme orchestre, G. Méliès, 1900
Otra pequeña maravilla, trucos, efectos especiales, ilusión.
Un buen remedio para nuestros dolores de cabeza
(*) Se conservan unas ciento sesenta y cinco películas de Méliès.