El otoño está aquí de nuevo. Levemente ha ido descendiendo la temperatura que todavía es cálida… pero las horas de luz también han menguado en nuestro hemisferio. Las hojas de los árboles empiezan a vestirse con los colores más bellos, ocres, amarillos, rojizos, que parecen conservar en esas hojas caducas reflejos del atardecer solar… y que son preludio de la desnudez del invierno.
Y, sin embargo, en el tiempo en que se produce ante nuestros ojos toda esa belleza (si nos fijamos, claro), el ánimo se hace más triste, mas apesadumbrado, sentimos una pena indefinible.
Los psiquiatras sabemos que además de la desazón otoñal, a un número importante de nuestros pacientes (aquellos que sufren de depresión, especialmente de las que llamábamos depresiones endógenas) les afectará en grado sumo el cambio de estación, esa entrada en el otoño y el anticipo del invierno. Pacientes que experimentarán una recidiva en sus síntomas que igual creían (creíamos) superados.
Por tanto, nos enfrentaremos a diversas presentaciones de la depresión:
- Recidivas o recaídas de cuadros depresivos en personas que ya están diagnosticadas, dado que el proceso de adaptación al cambio lumínico que representa en otoño en el hemisferio norte produce una desincronización y por tanto su sistema de neurotransmisión central funciona con menor eficacia. Generalmente a este tipo de cuadros se les añade a su diagnóstico principal la especificación de que se sufre un “patrón estacional”.
- Pacientes que experimentarán el que se ha llamado “Trastorno afectivo estacional” síndromes depresivos que puedan sufrir aquellos que viven en zonas alejadas del ecuador terrestre con días invernales muy cortos y escasas horas de luz natural, como sucede en países del norte de Europa ó América. No suele ser el caso en nuestra latitud.
Como sea que la depresión endogenomórfica también se ha denominado depresión melancólica, viene a cuento transcribir los versos del menos conocido de los Machado.
Melancolía
Me siento, a veces, triste
como una tarde del otoño viejo;
de saudades sin nombre,
de penas melancólicas tan lleno…
Mi pensamiento, entonces,
vaga junto a las tumbas de los muertos
y en torno a los cipreses y a los sauces
que, abatidos, se inclinan… Y me acuerdo
de historias tristes, sin poesía… Historias
que tienen casi blancos mis cabellos.
Manuel Machado (1874-1947)