Es evidente que para abastecernos de alimentos, ropa y enseres necesitamos comprar. También “precisamos” cachivaches tecnológicos, objetos mil que nos rodean y libros (estos menos). El tiempo dedicado en esta adquisición puede ser una tortura para algunos, pero para otras personas  “ir de compras” se ha convertido en un penoso e irresistible estilo de vida. Estas personas son los llamados “compradores compulsivos” y el problema que aquejan en psiquiatría se denomina oniomanía.

Pues bien, como se acercan las Navidades, en las fechas previas casi todos los occidentales nos sometemos a ese especie de “trabajo de Hércules” (*) que es cumplimentar estas adquisiciones navideñas, viandas, licores, regalos para amigos visibles e invisibles, obsequios de empresa y un largo etcétera que nos mantienen ocupados durante todo el mes de diciembre y los primeros días de enero. El paraíso para estos compradores patológicos, está mas que justificado.

Es un hecho que muchas personas disfrutan comprando, especialmente las mujeres, aunque esto último forma parte del estereotipo ya que a muchos hombres también les encanta comprar. Asimismo las costumbres han cambiado en las últimas décadas y la visita a las grandes superficies se ha convertido en un pasatiempo rutinario y familiar… que a su vez se está sustituyendo por ese nuevo peligro que es la compra por internet, a golpe de clic… que fácil, que riesgo.

Pero dejemos la sociología y volvamos a la psiquiatría. 

El término oniomanía no es reciente,   sino que fue acuñado por el psiquiatra Emil Kraepelin en el siglo XIX. La palabra proviene etimológicamente del griego “onios”que quiere decir “para la venta” y “mania” (locura).

En 1924, Eugen Bleuler también incluye la oniomanía  en sus primeros libros de texto sobre psiquiatría. No obstante, hoy en día no se considera una entidad nosológica independiente, estando encuadrada dentro del apartado de “Trastornos del control de los impulsos” en las categorías diagnósticas actuales.

Los criterios que definió Kraepelin para estos compradores compulsivos y desatados son comunes a los del grupo del descontrol impulsivo, aunque específicamente:

  • Presencia de impulsos excesivos y recurrentes por comprar, que producen importantes problemas personales y familiares, ya que normalmente este hábito suele producir un descalabro en la economía de la persona y de la familia.
  • Impulsividad y repetición de la conducta de compra, pese a las consecuencias negativas que trae esta conducta para la persona. El individuo es consciente de que tendrá problemas, con la tarjeta de crédito, con el marido o la esposa, pero no puede sustraerse al impulso frente al objeto deseado.
  • Necesidad urgente e irreprimible de comprar.
  • Intentos fracasados de controlar gastos.
  • La existencia de consecuencias negativas tangibles de comprar excesivamente, como agotamiento marcado, deterioro social o laboral, y problemas financieros o familiares.

Esta conducta generalmente se asocia a otros cuadros psíquicos, como trastornos del estado de ánimo (como el trastorno bipolar o los trastornos depresivos… aunque la vía de entrada a la compra compulsiva es diferente, lo consideraremos después), también a trastornos de ansiedad, otros cuadros de descontrol conductual y trastornos de la alimentación.

Independientemente de si existe otro diagnóstico comórbido, las personas con este problema tienden a comprender y valorar mal sus sentimientos, y obviamente también sufren de una dificultad para distinguir entre deseo y necesidad. Toleran poco los estados desagradables como estar malhumorados o irritables, experimentar tristeza o sentimientos de soledad y frustración.

El problema puede empezar a presentarse en la adolescencia o en la edad adulta temprana y suele tender a la cronicidad. Para los estudiosos del tema el concepto de “compra compulsiva” no se circunscribe a los que compran más allá de sus posibilidades, sino también a aquellas personas que emplean una cantidad excesiva de su tiempo yendo de compras siendo ésta su exclusiva actividad placentera. En la génesis de la compra compulsiva encontraríamos dos grandes situaciones de inicio: la del hábito reiterado y la conducta de evasión de los problemas.

Por otra parte, y como parece obvio, las personas que realizan compras compulsivas tienen muchos puntos en común con aquellos que tienen “trastorno por acumulación”. Aunque hay pocos estudios epidemiológicos, se dice que la oniomanía afectaría al 5% de la población occidental (tomamos como medida los estudios epidemiológicos de USA) afectando mayoritariamente a mujeres (por encima del 70 u 80% de los afectados). Las mujeres suelen adquirir ropa, zapatos, complementos, perfumes, regalos y mobiliario, mientras que los hombres suelen ser consumidores de productos de tecnología o herramientas. Aunque parezca un estereotipo, así es.

Navidad y consumismo

Todos estaríamos de acuerdo, en que al margen de la fiesta religiosa la esencia de la Navidad está en el hecho de compartir con la familia, con amigos… pero el paso de los años y los avances tecnológicos han hecho de estas fechas en un momento para el derroche y en el que la vanidad sale a relucir.

Como he mencionado el gasto de las familias, especialmente alrededor del mundo occidental, se dispara con la llegada de estas fechas, debido a que se ha conseguido instaurar la idea de que para celebrar la Navidad es ineludible ir de compras, empezando por la compra de la suerte, la Lotería que traerá “felicidad” por su expectativa de cuerno de la abundancia.

Lo que impera en la decisión de tanta compra, es el hecho de no dejar sin regalos a familiares y amigos… como si ello fuera la certificación del amor hacia los hijos, parejas, madres, padres…

gastar tanto dinero en esta época es el no querer dejar sin regalos a sus familiares y amigos. Gastar una alta suma de dinero en las fiestas navideñas pareciera ser la certificación de amor hacia los hijos, parejas, madres, padres, entre otros.

(*) Los trabajos de Hércules

Herakles en la mitología griega (Hércules para los romanos) fue un héroe hijo del dios Zeus y de la reina mortal Alcmena. Era famoso por su gran fuerza, ya que siendo un bebé agarró a dos serpientes venenosas y las mató. 

En su juventud consultó al Oráculo de Delfos para saber lo que debía hacer con su don de la fuerza. El oráculo le ordenó que se pusiera al servicio del rey de Micenas, de nombre Euristeo, que le mandó realizar doce imponentes trabajos para ver si su fama y su fuerza eran reales. 

  1. Matar al león de Nemea
  2. Matar a la hidra de Lerna
  3. Capturar a la cierva de Cerinea
  4. Capturar al Jabalí de Erimanto
  5. Limpiar los establos de Augías en un solo día
  6. Matar a los pájaros del Estínfalo
  7. Capturar al toro de Creta
  8. Robar las yeguas de Diomedes
  9. Robar el cinturón de Hipólita
  10. Robar el ganado de Gerión
  11. Robar las manzanas del Jardín de las Hespérides
  12. Capturar a Cerbero y sacarlo de los infiernos

Que bueno sería que no convirtiéramos la Navidad y sus afanes adquisitivos en el trabajo número trece. 

FELIZ NAVIDAD