Con frecuencia algún paciente me pregunta si puede sufrir un trastorno bipolar o simplemente me dice “igual yo soy bipolar”.
“Bipolar” es uno de esos términos que se ha popularizado tanto que es fácil caer en la banalidad y la generalización excesiva y confundir la propia volubilidad del ser humano con este diagnóstico psiquiátrico.
Ya he comentado que fue Kraepelin quién denominó “locura maníaco-depresiva” a una serie de descripciones realizadas por psiquiatras anteriores (Falret, Baillarger, Kahlbaum) y la distinguió y contrapuso a la “demencia precoz” (esquizofrenia).
En primer lugar subrayó la unidad de la entidad clínica: se trata de una única enfermedad “en la que hallamos los estados más diversos y aún más opuestos en la apariencia”; en segundo lugar, define la evolución recurrente de los episodios de enfermedad, en tercer lugar, describe el mejor pronóstico del proceso (al compararlo con el de la demencia precoz) y por último, hace hincapié en la notable carga familiar (antecedentes en la familia) en la locura maníaco depresiva.
Descripción clínica:
“La melancolía es la nodriza del frenesí”
William Shakespeare
Según lo anteriormente expuesto, el trastorno bipolar se caracteriza por:
- Cambios en el estado anímico (en ambos polos, tristeza y euforia)
- Que cursa a ciclos, con períodos intercíclicos de normalidad
- Sin deterioro cognitivo.
Para diagnosticar un Trastorno Bipolar no es válido exclusivamente la recurrencia o repetición de las fases depresivas, la pertenencia al grupo de Trastorno Bipolar viene dada por la presencia de sintomatología maníaca (euforia en grado sumo) en el transcurso de la enfermedad.
Por tanto, como laMANÍA es la fase que define a este trastorno, vamos a describirla:
Ante todo, una puntualización, la palabra manía en el vocabulario común tiene múltiples significados, pero en el contexto del trastorno bipolar indica alteraciones muy precisas.
- El síndrome maníaco se caracteriza esencialmente por la exaltación, la desinhibición y el desbordamiento instintivo-afectivo.
- El humor es expansivo, eufórico, pero pasa fácilmente –ante la menor oposición- a la irritación e incluso a cierta violencia verbal y puede llegar a la agitación: en sentido estricto se trata de un humor extremadamente lábil y volátil.
- El paciente se percibe a sí mismo con un matiz de exaltación del propio valor y poder que se traducen en una altísima e invulnerable conciencia de sí mismo, que a nivel de conducta pueden traducirse en involucrarse intensamente en temas (desde los más altruistas a los más descabellados) con una prodigalidad ruinosa.
- Aumenta la sensibilidad frente a los estímulos externos, siendo difícil que el paciente se centre en una sola cosa. Los procesos cognitivos están acelerados, pero por esta volubilidad, los rendimientos son pobres y superficiales (el paciente salta de un tema a otro tanto en una conversación como en un objetivos).
- Existe una fuga de ideas que se pone de manifiesto tanto en el lenguaje hablado como en el escrito. La asociación de ideas es rápida y superficial, y se establece por estímulos casuales o por asonancias, juegos de palabras, rimas… y en casos graves puede desembocar en la confusión mental.
- En general, se produce un aumento notable de la actividad motora: presentan una hiperactividad infatigable que puede incluso llevar al agotamiento, y en ocasiones, poner en riesgo la vida del sujeto.
- Aparentemente el acercamiento a los demás es fácil y directo, con un trato familiar donde abundan los juegos de palabras y las bromas, que en muchos casos serán inadecuadas… por lo que puede llegar a ser excesivamente confianzudo e incluso grosero. Como el paciente no soporta que se le lleve la contraria, puede tornarse irritable y hasta pendenciero. Por tanto, la relación interpersonal –especialmente con su entorno- será complicada.
- A nivel orgánico se produce una muy marcada disminución de la necesidad de horas de sueño, puede haber hiperfagia (comer en exceso e inadecuadamente) pero también pérdida de peso debido a la hiperactividad o a que este aumento de la actividad le haga olvidarse de comer; puede presentar también hipersexualidad (y debido al estado del (o la) paciente no suele tener en cuenta las complicaciones como embarazos o enfermedades de transmisión sexual).
El cuadro DEPRESIVO es un cuadro en espejo del anterior, oponiéndose al episodio maníaco casi punto por punto:
- El humor depresivo conlleva un tono de gran tristeza y desesperación, casi siempre inmotivada y desde luego desproporcionada.
- La pérdida de la capacidad de sentir placer se acompaña de una percepción de “falta de sentimientos” que resulta tormentosa para el paciente.
- Las sensaciones de insuficiencia se expresa de maneras variadas: ideas negativas sobre sí mismo, el mundo y el futuro, con gran desesperanza.
- Quejas, ideas de ruina, culpa y autorreproche ocupan el pensamiento del paciente, que se vuelve reiterativo y circular sobre estos temas.
- El curso del pensamiento se encuentra sumamente enlentecido, con incapacidad para fijar la atención y menoscabo de la memoria, así como una dificultad en la planificación.
- La mímica está notablemente apagada, con lentitud de movimientos, disminución de los movimientos expresivos. La marcha es dificultosa y parece que el paciente no camine sino que se arrastre. La voz pierde modulación y riqueza musical, el habla será también pausada y enlentecida y se demora la más simple de las respuesta.
- Por lo general se presenta una falta de atención en los cuidados corporales que pueden dar al sujeto un aspecto lastimoso y de gran enfermedad, que sumado al punto anterior dan una sensación general de envejecimiento.
- La vida social desaparece, ya que el paciente se repliega en sí mismo, y se elimina casi por completo toda actividad física.
- Los síntomas físicos más frecuentes son la inhibición del deseo sexual, el insomnio (especialmente penoso en estos casos), y la pérdida del apetito y con ello la pérdida de peso.
O sea, que me estamos refiriendo a un cuadro depresivo particularmente grave, que sumada a la descripción del cuadro maníaco vemos claramente que NADA TIENE QUE VER un Trastorno Bipolar a las lógicas oscilaciones del humor o estado de ánimo que todos padecemos en nuestra vida.
El Trastorno Bipolar en la cultura:
E. Schikaneder |
Por internet corren listas de personajes famosos que sufren esta enfermedad (ya que referí a la actriz Catherine Zeta-Jones en una entrada anterior), y también hablamos de personajes históricos como los reyes Felipe V y Fernando VI, recogidos en el libro del Dr. Vallejo-Nágera “Locos egregios”.
En este volúmen el autor también hace el análisis psicopatológico del músico y escritor Emmanuel Schikaneder, concluyendo que sufría un Trastorno Bipolar. (Schikaneder es autor del libreto de esa deliciosa locura que es La Flauta Mágica, la música de Mozart, por supuesto).
Dentro del mundo de la literatura son muchos los escritores que han sufrido este trastorno, lo que creo que merece contemplar este fenómeno con mayor detenimiento.
El cine también ha plasmado este trastorno, entre otras películas destacaría:
- Mr. Jones” (1993) dirigida por Mike Figgins, donde Richard Gere da vida a un paciente con este trastorno. A mi entender, están bien conseguidos algunos detalles de la sintomatología de un trastorno grave, como cuando el protagonista embargado por una profunda alegría irrumpe en el escenario de un concierto.
- «El lado bueno de las cosas” (2012) narra la vida de un personaje y su reinserción tras una hospitalización psiquiátrica. Dirigida por David O. Russell, fue candidata al Oscar, pero me parece bastante sobrevalorada.
- En televisión, el personaje protagonista de la serie “Homeland” una agente de la CIA también sufre un Trastorno Bipolar. Como no la he visto no puedo opinar, pero me parece una situación altamente improbable… aunque en la ficción todo o casi todo vale.
El Trastorno Bipolar, un incesante subir y bajar por el estado de ánimo
continuará…
¿A quién afecta el Trastorno Bipolar?
|
·
“
[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]