Resultan escalofriantes las noticias que han inundado los medios de comunicación durante la pasada semana, acerca del secuestro de tres muchachas en la ciudad de Cleveland en Estados Unidos. Secuestro que se ha prolongado durante una década (diez años, diez largos años) como mínimo para dos de las víctimas y unos doce o trece años para la tercera.

Cleveland, en el estado de Ohio, en la orilla sur del lago Erie.
(No quiero poner una foto de las chicas, ni de su verdugo)
Estas jóvenes ya son adultas, han pasado buena parte de su vida en un régimen carcelario, sufriendo torturas físicas y vejaciones, abusos sexuales y la privación de su libertad, la angustia de creerse irremediablemente perdidas y olvidadas de sus familias, del mundo… Alguien se apoderó de ellas, como si fueran cosas y se las quedó. Simplemente se quedó con sus vidas.

Ahora que están en libertad, cómo recuperarán estas vidas, sus sueños, sus anhelos, la relación con su familia, la relación con el mundo, el amor, la amistad, la sonrisa…  Que ardua tarea para ellas, y para quien les ayude.
Por otra parte, que decir del verdugo. Enfermo malvado o malvado enfermo, o sólo una de las dos cosas. Me molesta la etiqueta de enfermo si sirve para justificar las atrocidades (*)  Que poco sabemos sobre la psicología de la maldad.
“La maldad es una condición negativa, atribuida al ser humano que indica la ausencia de moral, caridad, bondad o afecto natural por el entorno y por quienes le rodean.
Actuar con maldad también implica contravenir deliberadamente usando la astucia, los códigos de conducta moral o comportamiento aceptado como correcto en un grupo social”

 

(*)  Los pacientes que sufren de un padecimiento psíquico NO presentan conductas violentas o malvadas en mayor medida que las de la población general. Al contrario, tienen mayor probabilidad de ser víctimas. 
Sin embargo, la justificación de las conductas claramente perversas como producto de alguna alteración psíquica, suele representar una lacra para los pacientes psiquiátricos.
Con ello no quiero decir que quien realiza una conducta perversa esté totalmente sano mentalmente. Puede haber sufrido una infancia desdichada, a su vez haber sido víctima de violencia, tener un determinado trastorno de personalidad antisocial grave, pero… No me parece sencilla la explicación. Repito: que poco sabemos sobre la psicología de la maldad. 
 

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